miércoles, 11 de marzo de 2009

Una vida en los márgenes

En un aula sin mucha decoración y con pósters que proyectan frases de motivación vital o sobre el valor de la educación, con pupitres organizados de forma caótica, hay 16 estudiantes charlando en voz muy alta. Todos están alegres al escapar de las clases por un ratito para hablar con un grupo de extranjeros que quieren conocer sus vidas.

Uno de los chicos es alto y atlético. Junto a sus dos amigos y detrás de un grupo de chicas coquetas, parece bastante popular, el típico deportista con el que todas las chicas quieren ser vistas. Pero Raúl no es exactamente así. "No me gustan mucho los deportes," confiesa. "No juego al fútbol ni lo veo mucho en la televisión. Paso el tiempo con mi música. Toco el teclado y disfruto haciendo y escuchando regetón, flamenco y salsa - la música española."

Asiste al Instituto Ramón Carande, situado justo al lado del Polígono Sur, la zona de más marginación de Sevilla. Con 17 años, es uno del los mayores en la escuela. Aún le queda un año más en el instituto, antes de entrar en la universidad, pero Raúl no quiere. Es lo normal. Sólamente el veinte por ciento de los estudiantes que se gradúan cada año del instituto acceden a ella.

La educación en España es obligatoria hasta los 16 años, de los cuales, los estudiantes del Ramón Carande pasan en el Instituto los últimos cuatro. Sus edades están comprendidos entre los 12 y los 18 años. Cada curso los estudiantes reciben seis clases distintas sobre materias como las ciencias, las matemáticas, la literatura, la historia, la educación física o los idiomas. Raúl ha tomado clases de inglés, así que nos hace una pqueña demostración, "Hello, my name is Raúl."

"La clase es una broma. Yo nunca hago mi tarea. Cuando voy a la clase, copio la tarea de un compañero." De nuevo, este tipo de conducta parece la norma. Los estudiantes no quieren estudiar.

Raúl vive muy cerca del instituto, en un piso pequeño junto a sus padres y a su hermano. Tiene suerte de tener una vida familiar más o menos normal. Uno de los grandes problemas de los estudiantes de R. Carande es la desestructuración de sus familias. Otro, no solamente de los estudiantes sino también del barrio en el que viven, son las drogas.

"Yo empecé a beber y a fumar cuando tenía 12 años. Sí, es ilegal, pero no es difícil comprar esas cosas. Era fácil que un chico mayor que yo me las comprará," dice Raúl. "Hay también mas drogas. Hay mariguana, heroína, coca, y más. Cuando var por las calles del barrio ves a algunos chicos con Mercedes o BMW. Chicos jóvenes. Chicos que ganan mucho con las drogas. A mí, el barrio no me parece inseguro, pero es porque yo soy parte del barrio. Si un forastero va por las calles de mi barrio por la noche, no estaría seguro. Pero para mí es el hogar."

A pesar de eso, Raúl espera tener otra vida en el futuro. En vez de asistir a la universidad o coger un trabajo después de graduarse, Raúl tiene otro deseo. Querría ser mecánico, y para ello espera asistir a una escuela técnica para aprender sobre los coches.

"Cada verano vivo en Chipiona con mi novia, y me encanta la ciudad." comenta. "Éste es mi deseo para el futuro. Quiero ser mecánico y vivir en Chipiona. Esa sería la vida, vivir en la playa."




1 comentario:

  1. Elizabeth, has hecho muy trabajo. Tu texto tiene dos virtudes esenciales: ritmo y coherencia. El lector está siempre asistido por tu relato. No hay saltos sin sentido, ni vacíos de información. Has escrito con habilidad suficiente para tener al lector atento a la información que tienes y que le puedes mostrar, sin que eche de menos información que no tienes. Podríamos decir que has sabido tratar bien las posibles limitaciones que tu texto tenga. ESTO ES ESENCIAL.

    Personalmente, creo que tu texto estaría más completo con información mucho más precisa sobre la situación del barrio: cifras, datos, una descripción más exhaustiva. Todo lo referido al barrio está bien tratado y es más o menos completo.

    Te faltan fuentes alternativas. Podías (y debías) haber citado la información que nos dio Encarnación Quiroga, la psicóloga del instituto. Su testimonio era esencial.
    Evita también extender una frase de manera innecesaria. Por ejemplo: Los estudiantes no quieren estudiar. Tienen que estudiar porque tiene exámenes y tarea en sus clases, pero usualmente ellos no tienen ganas. La falta de ganas es solamente una dificultada para los estudiantes. LA PRIMERA FRASE LO DICE TODO, EL RESTO ES REDUNDANTE.
    Vuelvo a lo que te he dicho al principio: coherencia y ritmo son grandes habilidades en la escritura. Tú las tienes. Con más datos, más documentación y un poquito más de economía en la escritura, puedes escribir magníficamente bien sobre cualquier cosa.
    Ya tengo ganas de leer tu texto para más+menos
    Óscar

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